Ya sabemos que los trenes acostumbran a ser el soporte de cierto tipo de arte… pero no de la forma como la que Scott Marsh había planeado para su última exposición en Sidney.
Para su cuarto show individual en la ciudad australiana, el artista planeó una genialidad que propone una reflexión sobre el arte, su ubicación y difusión, así como los orígenes del graffiti, su soporte e ilegalidad.
La exposición «Australian Graffiti» se planteaba por medio de dos acciones. En la primera, 5 obras fueron fijadas durante 5 días en el interior de algunos trenes de Sidney, emitiendo pistas de su localización a los seguidores del artista a través de sus redes sociales. El propio Scott Marsh se situó en las proximidades de las obras para poder grabar la reacción del público y dialogar con ellos, una tarea que resultó bastante caótica dada la afluencia de gente tanto en los trenes como en las estaciones.
Para la segunda parte de la acción, Marsh preparó una exposición en movimiento localizada en un tren en servicio de la red ferroviaria de Sidney. A pesar de que, tanto esta intervención como la primera, no contaban con ningún tipo de autorización, ni la policía de tránsito ni el personal operativo pudieron impedir que unas 60 personas festejaran esta sensacional muestra artística. Una brillante iniciativa que, además de suponer un efectivo y generoso mecanismo de marketing, abre un horizonte de reflexiones, no sólo a cerca del arte, si no también sobre el comportamiento social, las normas y el diálogo urbano. Grande Scott Marsh!
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