André es conocido en la calle por su «alter ego», la firma Sr. A, y por su concepto «Love Graffiti«. El Sr. A es un divertido rostro redondo con una enorme sonrisa y un guiño que te sigue a todas partes llegando hasta todo el mundo, a menudo en rosa. Un color que en el mundo del graffiti no está exento de prejuicios… excepto cuando se trata del estilo monocromático de André. El concepto «Love Graffiti» se basa en tags de personas encargadas por sus seres queridos que él hace cerca de donde viven y en colores brillantes, siendo así una forma de recuerdo.
A diferencia de lo sucedido en estos últimos 20 años de graffiti callejero, en los que los artistas callejero pasaban de imponer una etiqueta anónima a una multitud anónima (otros simplemente se han dedicado a manchar un paisaje urbano deprimente) a convirtiéndose algunos de ellos en artistas famosos en el ámbito de las galerías, como Keith Haring, Kenny Scharf, KAWS, Neckface y, por supuesto, Samo, André ha dudado en dar este paso. Más bien le ha dado un nuevo sentido a su arte del graffiti, primero, pasando por alto las paredes de la galería e introduciendo sus imágenes en clubes o lugares nocturnos, en los que participa inaugurando y promocionándolos por todo el mundo. Al hacerlo, ha cambiado proactivamente la vida nocturna de ciudades como París, Nueva York y Tokio. También reinterpreta el significado del arte del graffiti, desde la oposición clandestina a una alternativa más amigable y utópica a la contemporaneidad. André es una de esas personas raras que es capaz de hacer que las cosas sucedan naturalmente. Su genuina generosidad se extiende a los lugares nocturnos románticos y utópicos que crea, donde la gente se encuentra.
Su segundo paso, después de haber pasado de la pared de la calle a las paredes de los clubes, es preferir el dibujo que el lienzo clásico. En momentos tranquilos, prefiere dibujar en pedazos de papel o en cuadernos, los cuales llena constantemente pero rara vez comparte con otros. Se trata de una actividad más personal e íntima, alejada del mercantilismo del arte.
En el mundo de André, los dibujos tienen un valor especial para compartir amor. Para él, la única manera de escapar del sofocante manto del capitalismo, dentro o fuera del mundo del arte, es en cosas que no se pueden comprar: amor y generosidad.
Texto de Olivier Zahm
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