
La verdad es que el tiempo pasó volando el sábado pasado en El Montana Café & Restaurant. Dirty1984 presentaba un conjunto de obras con su característico estilo que combina cierta simpatía infantil con el surrealismo mas delirante. A pesar de que la exposición abordaba un tema deprimente, la cafetería rebosaba alegría. Entre amenazantes relojes y perturbadores personajes, la cerveza de Moritz y el Jägermeister fueron el carburante perfecto para el reencuentro de viejos y nuevos amigos.
Lo conseguimos una vez más: fuimos eternos.
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