Civitacampomarano es la pequeña localidad de la provincia italiana Campobasso a la que Alice Pasquini ha acudido para realizar sus últimos trabajos. Ella misma nos explica la singular historia de este proyecto y que enmarca estas producciones llenas de nostalgia.
Jessica Stewart documenta con su cámara una atmósfera entrañable y un tanto diferente a la que solemos vincular este tipo de intervenciones.
«La vida está llena de sorpresas. Hace un año recibí un email desde un pequeño pueblo en Molise preguntando si estaría interesada en ir allí a pintar. Resulta que era la ciudad natal de mi abuelo, Civitacampomarano, sin que ellos lo supieran cuando me escribieron…
La semana pasada me puse rumbo al pueblo de mi abuelo para pintar una serie de trabajos, muchos de ellos basados en fotografías antiguas del lugar. Con menos de 400 habitantes, decidí pintar la piezas en primer lugar sobre puertas viejas explicando qué hubo una vez allí y que no han sido abandonadas, ya que muchas casas están vacías. Por ejemplo, fotografiamos a Mario delante de una obra inspirada por él y sus amigos jugando juntos. Hoy en día tan sólo un puñado de niños quedan en la aldea. Van a estudiar a una escuela cercana, ya que el colegio de Civita hace tiempo que se cerró. Una de las niñas del pueblo, Robertina, me ayudó como asistente, usando sus manos para jugar «al escondite», como si estuviera en la pared. También conocí a Zio Nicola, vecino de donde vivía mi abuelo, quien nos ofreció fresas y ayudó a identificar a algunas de las personas que aparecían en las fotografías.
Gracias a Ylenia y la Associazione Pro Loco por escribirme el pasado año y traerme de vuelta a mis raíces. Gracias también a Barbara, Luciana y al alcalde Paolo Manuele por la ayuda y la hospitalidad. Volveré pronto…»
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