Melilla es una ciudad autónoma perteneciente a España situada en la costa mediterránea del continente africano. Un enclave que limita con Marruecos y donde se focalizan los probelmas derivados del contrabando comercial y, sobre todo, la inmigración ilegal.
Allí es donde Alice Pasquini ha pasado cinco días trabajando junto a la organización Kahinarte. La artista italiana vuelve a conseguir encajar sus creaciones con destreza en paisajes desvinculados del arte urbano. Ella misma nos explica su experiencia y sus piezas de forma detallada.
Melilla es un estraño lugar rodeado por una valla fronteriza que divide España de Marruecos por donde los inmigrantes intentan pasar al territorio europeo de cualquier forma posible. Desde hace algunos años Kahinarte trabaja en los distritos de la periferia de Melilla para llevar el arte, la cultura y la integración a la población local, concretamente a mujeres y niños para, de esta forma, crear una ciudad más inclusiva en la que no existan las divisiones étnicas ni económicas.
Los niños del distrito de El Rastro me enseñaron su barrio, permitiéndome añadirme en una pieza que pintaron durante un taller -«Lo esencial es invisiable a los ojos». Al lado de la inscripción, la cual es una cita del libro «El Principito», pinté a una de las chicas del vecindario que participó en el mencionado taller.
Los niños participaron en diferentes cursos con Kahinarte, desde fotografía y vídeo hasta pintura o radio. Todo ello para expandir sus mentes y mostrarles las diferentes posibilidades que la vida les puede ofrecer. En esas zonas se vive en la calle, agrupándose en casas y viviendo de la caridad.
Pintando desde un niña en el mercado del barrio – la única mujer en ese espacio reservado para hombres- a una pieza en el distrito de La Hispanidad con un grupo de jóvenes que paraban en la plaza (me dijeron que la mujer con el hijo a cuestas les recordaba a su abuela), la idea era promover el eslogan que Kahinarte inculca en sus alumnos – «Amo mi barrio».
En mi último día en la ciudad, pintamos el patio de la prisión de mujeres de melilla, en donde Kahinarte ha estado trabajando últimamente.
Es imposible escribir sobre Melilla sin mencionar la valla de la frontera, coronada con alambre de espino y cuchillas. Una siniestra figura que separa Melilla y Marruecos.
En un campo lleno de basura y zapatos deshechos pinté esta pieza. Mujeres marroquíes llevan a sus espaldas enormes paquetes para pasar por la frontera todo tipo de mercancías como «artículos personales» y evitar el impuesto de importación.
Pintar en Melilla ha sido una experiencia personal que me ha enseñado mucho acerca de la humanidad. He experimentado su belleza y sus contradicciones hablando con la gente y aprendiendo de diferentes culturas que en un tiempo vivieron felices sin fronteras.
Fotos por Alice Pasquini, Francesco Bondanini y Fatima Mesaud.
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