El graffiti también sirve para romper algunos muros. Bien lo sabe el colectivo Sit al-hita, fundado en 2013 en Egipto, cuyo objetivo es dar visibilidad a la mujer en el espacio público a través del graffiti y el arte urbano.
Desde que la Primavera Árabe estallara en 2011, la pintura callejera clandestina se convertió en el medio plástico más efectivo como forma de expresión contestataria en Egipto. Mia Gröndahl, tras documentar a fondo el fenómeno se percató de que la presencia femenina en las representaciones pintadas era ínfima. Fue así cuando decidió fundar junto a Angie Balata la plataforma Sit al-hita, que hasta ahora ha decorado muros en El Cairo, Copenhague y Ammán.
“No se trata solo de representar mujeres. El mero hecho de que los hombres vean a una mujer pintando en la calle subida a una grúa a 50 metros del suelo envía un mensaje”.
Diferentes medios de comunicación españoles han difundido durante los últimos días la presencia y trabajo de este colectivo. Este hecho ayuda a constatar la importancia humana del graffiti como principal medio de acción reivindicativa y forma de expresión popular en cualquier lugar del mundo.
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