Pinta Malasaña es lo que se conoce como una acción de «dignificación de persianas » que tiene lugar en el barrio de Malasaña de Madrid. El evento, como tantos otros de este tipo, está destinado a substituir el graffiti ilegal, codificado y apresurado, por obras permitidas de aceptación más amplia, promoviendo así la convivencia entre arte urbano y vecinos.
Guillermo Enforma, ha aprovechado la ocasión para dar una lección de tolerancia y promover la reflexión sobre la importancia cultural del graffiti así como su rechazo institucional y, por inercia, social. Nada mejor que sus palabras para explicar su intervención, una acción de «dignificación del graffiti»:
Dentro del sistema puedes hacer lo que quieras bajo las reglas de este mismo. Pero también puedes encontrar tu lugar buscando entre las grietas de esas normas, no hace falta que construyas el tuyo a través del trabajo de los demás.
Esta es la filosofía que me obsesiona desde bien pequeño, bastante antes de pintar graffiti, y la única con la que quería participar en este evento.
Con lo cual antes de mandarle ninguna propuesta a la organización me puse en contacto con el escritor madrileño BUNY (KR2).
Le propuse pintar un throw-up suyo en una de las persianas del barrio de Malasaña y a cambio darle los 170 euros en materiales que concedía el evento a los artistas.
¿Por qué él?
Comenzó su actividad en el 89 y es una parte innegable del vestigio cultural de la comunidad de Madrid, Europa… el mundo….
En 2011 somos malasaña organizó «Persianas Libres» y como él muchos escritores autóctonos vieron como su obra era sustituida por otra, de personas con las que no tenían relación alguna sin que nadie hubiera dialogado antes con ellos.
En algunos ejemplos vimos por parte de la organización cómo propiciaban el enfrentamiento de símbolos importantes del graffiti de Madrid, que para nada era un ejemplo de conciliación.
Echando un vistazo por la red de redes puedes extraer que con estas iniciativas se elimina el vestigio cultural de la ciudad y se quita el trabajo a los escritores que se ganan la vida pintando las persianas de los negocios de la ciudad.
Esta información se la trasladé a la organización junto a mi propuesta para que no quedara nada en el aire y nos pudiéramos entender mejor.
Buny aceptó y la organización también.
Por eso lo que veis no es más que un cambio de color testimonial en el trabajo que ya había antes, así me parece que está bien.
Es un buen síntoma.
Sigue siendo graffiti, graffiti feo con una mueca rabiosa en la B pero significa que si hay una intención por parte de los organizadores de escuchar lo que se reclama. Que si tú lo que les exiges es que te dejen poner tu nombre en las persianas en el evento y 798 personas más también lo piden, es lo que va a haber.
Esto, retomando el principio del texto, se puede aplicar al sistema en el que vivimos; nosotros le damos forma en una gran proporción pero si no pensamos qué impacto queremos generar en nuestra sociedad acabaremos por escoger lo más fácil, lo más barato, sin preocuparnos en nadie más que en nosotros mismos.
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