El reciente fallecimiento de Fidel Castro ha vuelto recordarnos el inevitable destino de Cuba. Su aislamiento del capitalismo occidental parece tener los días contados, aún así en sus calles perdura el aspecto precario de una sociedad que vive al margen del consumismo. Una sociedad en la que el graffiti tiene una presencia en las calles muy tímida y no sólo por la escasez de materiales.
S.kape289 escapó a la isla comunista sin olvidarse la pintura, y nos trae su experiencia a través de sus propias palabras.
«En Cuba el graffiti regresa a lo básico: un tag aquí, un throw-up de dos letras allí, otro por allá, una pequeña pieza de un solo color en una esquina…»
Sin sprays, sin boquillas, un puñado de colores de pintura plástica para escoger, una conexión a Internet muy limitada, escasez de bienes de consumo. Cuba es un lugar interesante, y eso no cambia cuando hablamos de graffiti. Supe de la existencia de dos artistas urbanos locales que pintaban personajes con pinceles en lugares públicos. Uno de ellos conocido por el nombre de «2+2=5?». Sien embargo no se dedica a poner su nombre principalmente, este chaval tiene bastantes tags y algunas letras de burbuja con su personaje ampliamente conocido.
«Los efectos del clima y las viejas estructuras de los edificios contribuyen a que los graffitis no duren más de un par de años.»
Si miras alrededor puedes encontrar algo de street art, algunas pegatinas, y firmas, pero los throw-ups son limitados y las piezas son muy raras. Los turistas dominan el juego del graffiti dejando marcas durante su estancia vacacional en Cuba, un país que no tiene una escena de graffiti propia. Los efectos del clima y las viejas estructuras de los edificios contribuyen a que los graffitis no duren más de un par de años. Pero la arquitectura de Cuba esta llena de lugares abandonados que constituyen espacios perfectos para pintar, y las características de esta bella isla te llevan atrás en el tiempo. Incuso te trae un cierta nostalgia respecto a los «viejos tiempos» de la guerra del graffiti cuando no había que pintar tan grande ni usar tantos elementos y diseños con muchos colores. El graffiti va sobre estilo y su pureza. En Cuba el graffiti regresa a lo básico: un tag aquí, un throw-up de dos letras allí, otro por allá, una pequeña pieza de un solo color en una esquina… No llegué a ver ni un solo plata mientras bombardeaba.
«Uno ha de ser muy precavido a la hora de elegir la localización.»
Cuba es un lugar muy seguro, incluso a altas horas de la noche hay mucha gente por la alle. Cuando me ponía a pintar, algunos cubanos tomaban fotos y me venían a decir cosas «¡por favor pon mi nombre!». Eso no quiere decir que la policía no te vaya a decir nada, a la vez que uno ha de ser muy precavido a la hora de elegir la localización. La propiedad privada en Cuba lo es todo, pero los cubanos no te lo van a decir. Les gusta el cambio que supone algo nuevo y sorprendente. Una vez me puse a tirar fotos de un throw-up y un peatón me preguntó en español «¿qué es esto? Veo que empieza con SK, pero todo el vecindario se está quedando loco», yo le dije: «¿te gusta por lo menos?». «Por supuesto que me gusta, es bonito».
Durante mi estancia traté de hacer todo lo que estuviera al alcance de mi limitado equipamiento y escaso tiempo. Sin embargo tuve la suerte de conocer a un circulo de jóvenes artistas con los que compartir ideas y apoyo al mismo tiempo. Me paseaba por allí, conocía a los cubanos, curioseaba el arte local y extranjero, disfrutaba haciendo tags, algunos throw-ups y pinté algunas piezas. Todo lo tuve que hacer rellenado con pintura plástica y alrededor de seis latas de spray. Echad un vistazo a los resultados.
Cuba, un país interesante, no sólo para pintar graffiti.
2 Danos tu opinión
Añadir un comentario