Már Másson Maack ha hecho eco, en el portal The Next Web, de un estudio sobre la gentrificación del graffiti por culpa de las redes sociales. Según Nicola Harding de la Universidad Metropolitana de Manchester, gracias a Instagram los escritores de clases pudientes se han abierto hueco dando visibilidad a sus muros legales, dejando a la sombra a los escritores que actúan en la calle.
«Al mostrar online la creatividad a través del graffiti, los jóvenes pueden gozar de una recompensa sub-cultural de forma más eficiente que por pintando graffiti en entornos urbanos, gracias a los likes, comentarios y a la construcción de redes de contacto.»
Pese a que la teoría resbala en algunas puntos propone muchas reflexiones sobre la dirección del graffiti en la era de Internet y la evolución socioeconómica de su público.
«El graffiti es una actividad en la que las personas jóvenes de bajo nivel socioeconómico toman riesgos para lograr un prestigio sub-cultural. Pero en la actualidad, los artistas más pudientes pueden alcanzar esta reputación de forma más rápida utilizando su estatus económico y evitar así los riesgos que se asocian con la práctica del graffiti urbano. De esta manera, los niños ricos de Instagram han matado al escritor de graffiti.»
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