La startup dedicada a la exploración espacio Rocket Lab lanzó la semana pasada un cohete desde la península de Mahia en Nueva Zelanda. Una acción casi sin precedentes, según palabras del director ejecutivo de la propia agencia Peter Beck, que lleno de júbilo y orgullo a los habitantes neozelandeses.
El proyectil contenía la bautizado como «Humanity Star«, una esfera geodésica cuyo cometido es el de reflejar los rayos del sol convirtiéndose en en el objeto más brillante del cielo nocturno antes de caer de nuevo en la superficie terrestre nueve meses después.
Muchos astrofísicos han criticado esta acción, bautizada como graffiti espacial por el astrónomo Mike Brown del California Institute of Technology. «La mayoría de nosotros no cree que sea algo agradable poner una luz estroboscópica en un oso polar» declara Caleb Scharf director de astrobiología en la Universidad de Columbia.
«Clavar una esfera brillante en los cielos es algo igual de abusivo. Definitivamente es un recordatorio de nuestra frágil situación en el universo, porque es un síntoma de la lección que necesitamos aprender con urgencia«, declara Scharf ante la paradójica afirmación emitida por el Rocket Lab que ha declarado que la Humanity Star es un «recordatorio para todos los terrestres sobre nuestra fragilidad frente al universo«.
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