La línea 3 del Metro de Santiago de Chile es la última de las infraestructuras construidas en el sistema metropolitano Chileno. Inaugurado el primer tramo el pasado 22 de enero, sus vagones estaban bajo el punto de mira del grupo OTEK. Tras varios intentos, consiguieron colocar las letras sobre el preciado metal. Black ha compartido en su Instagram la historia que narra la hazaña en uno de los sistemas de metro más vigilados del mundo.
«Después de 14 minutos llegaron los guardias con fierros y con ganas de pelea»
Antes de ese día habíamos intentado 2 o 3 veces, pero no logramos resolver por alguna razón. Estábamos con buena energía y todos teníamos el presentimiento de que esta vez le caíamos. No fue fácil, pero aún así logramos entrar y pintar.
Después de 14 minutos llegaron los guardias con fierros y con ganas de pelea, mientras nosotros con las de terminar e irnos sin levantar polvo; no fue así.
Tuvimos que enfrentarnos, logramos salir del taller, escondernos entre los túneles y en el mismo momento que estábamos escondidos, los pacos aparecieron corriendo tras nosotros. Tuvimos que correr y mientras corríamos íbamos cortando la luz del túnel. En total oscuridad era más difícil la travesía para los pacos. Finalmente, luego de correr dos estaciones, llegamos a un punto en el que pensamos: “si no salimos por acá nos agarran».
Subimos a la estación y por suerte el guardia estaba durmiendo, ya que íbamos decididos que ninguno intentaría salir a la superficie. Al salir y en el momento de estar saltando la reja, nos encontramos nuevamente con los pacos de frente: nos estaban esperando. Lo único que piensas en ese momento es librar, así que corrimos de nuevo un par de cuadras y los perdimos de vista, pero cuando menos lo esperamos aparecieron nuevamente tras nosotros; ya no teníamos escapatoria. Solo atinamos a descartarnos de las mochilas y cualquier elemento inculpatorio, tirándolos dentro de casas.
Nos agarraron, nos tiraron al muro y nos preguntan si estábamos pintando el Metro. Nuestra respuesta fue: “¿qué metro? ¡venimos de la pega!… andamos con ropa de pega y todo jefe”. No nos creyeron, aunque era nuestra palabra contra la de ellos. Después de un rato un paco me dice: «ya di la legal negro, andaban pintando el metro?» – yo le respondo que no, que ya estamos grandes para estar haciendo esas cosas… que cómo se le ocurría, andábamos en la pega. Él dice “ok, váyanse pero corran, no los quiero ver” y a correr nuevamente.
Corrimos bastante, llegamos a una plaza, tomamos un auto y nos reunimos con el resto del grupo. Todos tenían diferentes anécdotas de la situación, pero faltaba uno: el Pepo. Pensamos que lo habían agarrado, lo que nos dejaba un sabor amargo ya que no podíamos celebrar lo que habíamos pintado.
«Fue un momento brutal. Todos abrazándonos, siendo lo más cercano a un gol en el ultimo minuto de la final del Mundial… ¡o quizás mejor!»
Amaneciendo y ya estando en algún lugar de Renca, aparece el Pepo entremedio de unas plantas y nunca había estado en Renca pero estaba ahí! Fue un momento brutal. Todos abrazándonos, siendo lo más cercano a un gol en el ultimo minuto de la final del Mundial… ¡o quizás mejor! Le preguntamos cómo hizo para llegar y nos comentó que solo se guío por el cerro y caminó en esa dirección alrededor de 3 horas. Más tarde, finalizando la noche, pudimos celebrar que estábamos todos juntos nuevamente!
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