En otra de sus demostraciones de minimalismo, Rocky y Biz, regresan con un muro que lleva más allá su ejercicio de limpieza estilística.
En esa espiral descendente, que ambos escritores barceloneses emprendieron hace años, nos preguntamos cuánto más pueden reducir los adornos en sus muros sin perder significado.
Prestándoles la atención debida, sus muros nos recuerdan a esas situaciones donde el cerebro del que observa rellena el significado allá dónde parece haber un vacío. Esta perspectiva dota de una nueva profundidad, la sencillez de su propuesta.
Básicamente y si estos escritores estuviesen cocinando, estarían mezclando creatividad y tradición de unos ingredientes ya conocidos, realizando una transformación en la textura y en la presentación tradicional para intensificar su sabor. En otras palabras, sus platos serían lo que la gastronomía se llama deconstrucción.
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