La nueva exposición “Industrials Scribers” del artista barcelonés Sawe vuelve a sorprendernos. La muestra se podrá visitar hasta el 14 de septiembre en el recinto expositivo B-Murals en Barcelona. Descubre con nosotros cómo podría haber sido el graffiti si sólo hubiera tenido influencias industriales.
Hace muchos años que tenemos en el radar a este artista barcelonés. Evidentemente, no desde que empezó a pintar graffiti en el 2001, sino desde que comenzó a demostrar el talento que tiene. Desde que se dedicó a romper los límites que la misma cultura le había impuesto. Hemos apostado por él y por su camino y lo seguiremos haciendo, porque de alguna manera le hemos visto crecer. Ahora vuelve a sorprendernos con una exposición en solitario atípica y vigorizante, por eso no hemos perdido la oportunidad de hablar con él.
«Pensé en crear toda una escena de graffiti ficticia con una influencia limitada únicamente al ámbito industrial. ¿Cómo escogerían los nombres? ¿Cómo deformarían las letras? ¿Con qué acompañarían las letras si no leían comics? ¿Cómo vestirían?»
Puedes ponernos en antecedentes.. ¿Cuál es el origen de esta exposición?
En el 2004/2005 encontré una fábrica abandonada al lado de una estación de Renfe de la periferia de Barcelona. Ya había visitado lugares abandonados antes, pero esta vez era diferente. Eran edificios gigantes, casi inmaculados. Entré solo, nervioso, en búsqueda de paredes limpias. Pronto encontré un montón de material antiguo que despertó la “Diógenes” más intensa que jamás había sentido. Había fichas de trabajadores, radiografías, mapas, tintas, fotografías, revistas… Los catálogos de maquinaria de empresas americanas eran increíbles. Pasé horas ojeándolos, apartando el material en buen estado del que estaba mojado. Sentí mis manos impregnadas de pasado, como en las tiendas de segunda mano, donde el polvo y los ácaros se mezclan con historias ajenas pretéritas. Ni pinté ese día y en cada excursión que hice a esa fábrica volvía cargado como una hormiga en un picnic.
Han pasado muchos años, ¿qué te ha llevado a hacerla ahora?
Durante estos 20 años he ido recortando estos catálogos para proyectos de ilustración, animación, collages. Siempre reservando los logos de las empresas que me cautivaban. En 2022, empecé un fanzine de piezas y tags a partir de esas empresas americanas. Cada empresa se convirtió en un escritor de graffiti, jugando solo con esos logos e ilustraciones de los catálogos. Surgieron nuevas ideas, pero enseguida mi mano se iba hacia formas estilizadas del graffiti más actual. Es difícil deshacerse de algo tan interiorizado.
Aunque pintar nombres en superficies públicas ha existido desde hace mas años y en lugares distintos del planeta, el graffiti al que pertenezco nació en América a finales de los años 60 y principios de los 70, inspirado por toda una mezcla de influencias de ese contexto: cómics, portadas de vinilos, dibujos animados, televisión, Blaxploitation… Todo lo que rodeaba a esos jóvenes alimentó su creatividad y surgió lo que surgió (con un flow inigualable).
Pero, ¿y si no hubieran existido los Zap Comix, Vaughn Bodé, Curtis Mayfield, Soul Train (los amo con todo mi corazón, no me malinterpretéis)? Pensé en crear toda una escena de graffiti ficticia con una influencia limitada únicamente al ámbito industrial. ¿Cómo escogerían los nombres? ¿Cómo deformarían las letras? ¿Con qué acompañarían las letras si no leían comics? ¿Cómo vestirían? Los resultados de este juego son bastante primitivos (menos un estilo que he desarrollado más y ya he aplicado en algunas pintadas reales en la calle) pero con ideas nuevas que nunca se me habrían ocurrido con la biblia Subway Art o Style Wars bajo el brazo. Me quedo con eso.
«Las zonas industriales forman parte de todo buen escritor de graffiti que busca fábricas abandonadas, entradas a autopistas, vías, cocheras de trenes, containers de mercancías… Esta exposición calará más en toda esa gente que vive esta práctica pero espero transmitir estas mismas aventuras a todos los visitantes y que entiendan que pintar graffiti va más allá de las letras.»
¿Cómo fue la conexión con B-Murals?
B-Murals me propuso hacer una solo show dentro de su proyecto de exposiciones instalativas WCU3. Su objetivo es invitar artistas que marcan la escena más contemporánea del arte urbano en Barcelona para que desarrollen instalaciones efímeras y amplifiquen su lado mas experimental que difícilmente tendrían lugar en una galería convencional. B-Murals está dentro de la Nau Bostik, una antigua empresa de materiales adhesivos en Sagrera, ahora reconvertida en centro cultural. Para ocupar el espacio pensé en materiales baratos que ocupasen mucho espacio. Metal y lonas dentro de una nave industrial, «click», enseguida apareció ese fanzine que tenía empezado desde hace tiempo. Mi obra de estudio está indirectamente relacionada con el graffiti por herramientas y estilo, pero nunca había presentado una propuesta artística tan relacionada conceptualmente con las letras. Algo me ha impulsado a hacerlo, no sé, quizás la oportunidad de terminar este fanzine que tanto he disfrutado en el proceso.
Las zonas industriales forman parte de todo buen escritor de graffiti que busca fábricas abandonadas, entradas a autopistas, vías, cocheras de trenes, containers de mercancías… Esta exposición calará más en toda esa gente que vive esta práctica pero espero transmitir estas mismas aventuras a todos los visitantes y que entiendan que pintar graffiti va más allá de las letras. Aunque el hábitat natural del graffiti es la calle, los escritores podemos tener procesos creativos, de documentación, exploración de materiales, herramientas, y actitudes proactivas u obsesivas, que son muy válidas en el campo artístico.
¿Qué sentido tiene en esta expo la dimension vertical? ¿Has aprovechado para hacer estos formatos por el lugar de exposición o ya lo tenías en mente?
No lo tenía en mente. Dentro del brainstorming, lo primero que diseñé fue una escultura gigante de chapas metálicas mucho más caótica. Chapas puestas en diagonal, volando, retorciéndose… A parte de ser inviable con el presupuesto que tenía, no quería algo tan dinámico. También diseñé una opción laberinto, instalando las chapas de una manera mas convencional, en horizontal, creando un circuito de pasillos, pero perdía mucho el impacto de espacio grande diáfano. Al instalarlo verticalmente la sensación es mas espaciosa, de mega-estructura, pasear al lado de gigantes como cuando paseas bajo puentes, fábricas abandonadas…
La primera vertical que surgió fue la estructura de chapa metálica. Después vinieron las letras de HAVEG, que provienen de uno de los collages. El logo era vertical y me pareció divertido hacerlo notoriamente vertical. Luego creé dos verticales mas, lonas y collages que suben por la pared, para marcar un ritmo en la composición.
Mas que tela es lona lo que busqué, me recuerda a los trenes de mercancías. Pensé en materiales baratos con los que ocupar mucho espacio. Quería mostrar un poco de diseño gráfico del ámbito industrial del que he bebido para crear esta expo. Así que lo pinté y las grapé a modo «patchwork» gigante. El patchwork de lonas grande del fondo de la sala me ha servido para crear un pequeño túnel. Ese espacio genera dudas al espectador que no sabe si entrar o no, crea una cierta inquietud de estar entrando en una zona a la que no debe pasar. En un lado del túnel asoma una composición de fotos y materiales usados en unas acciones en la calle.
«…el puzzle que nos crean los obreros cuando desmiembran las chapas metálicas en la calle siempre nos molesta-fascina a los escritores de graffiti. Del día a la mañana te crean una obra abstracta con co-autoría que personalmente me encanta.»
¿Puedes explicarnos brevemente la performance de la serie de fotos en el mercancías, la instalación y las piezas sobre chapa?
Dentro de la idea de crear toda una escena de graffiti ficticia, vi que pintar todos los nombres en la calle, documentar las acciones, crear revistas o videos, era mucha energía y dinero que no tengo. Así que escogí un solo nombre, CLEE y lo desarrollé un poco mas que los otros. Hice esa chaqueta como guiño a The Warriors y las tejanas que todos hemos visto de los Old School, pero con prendas mas industriales. La gorra/máscara es una prenda que se hacen DIY los trabajadores de soplete para proteger su cara. Las letras Chroome Marauders, «CM» vendría a ser la crew del CLEE.
¿La estética collage tiene que ver con la re-colocación de las chapas por los obreros y por consiguiente la deconstrucción de las piezas?
Sí, el puzzle que nos crean los obreros cuando desmiembran las chapas metálicas en la calle siempre nos molesta-fascina a los escritores de graffiti. Del día a la mañana te crean una obra abstracta con co-autoría que personalmente me encanta. De camino a la Nau Bostik cada día paso por les Glories donde los obreros me han borrado uno de mis graffiti con plata, de esa manera desenfadada. Quería llegar a una zona abstracta mezclando ese buff con mi pintura y la pintura que ya tenía la chapa cuando la compramos en wallapop. Las chapas que forman parte de la instalación las he dejado vírgenes para centrar la atención en las que sí están pintadas.
¡Mil gracias a B-Murals por la oportunidad, a MTN por el interés y a todos los amigos y familia que vinisteis a la inauguración!
Podéis visitar Industrials Scribers hasta el 7 de Septiembre en B-Murals.
Fotos: José Gallardo y Sawe
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