Septiembre llega como lo hace siempre, casi sin hacer ruido, pero partiendo el corazón de muchas personas. Quizá suene exagerado, pero la vuelta al cole es un poco traumática para muchos. Es una especie de castigo o disciplina que contrasta radicalmente con la libertad que supone el verano.
Y de castigo, pero de los que nos gustan (nada kinki que este blog es familiar), venimos a hablar hoy. Nos referimos a las “Punition” palabra de origen francés, y que se refiere a esas filas interminables de tags que cubren vagones de metro, como si fueran pizarras del colegio. Un castigo visual para las superficies con ruedas.


¿Qué son las “Punitions”, los castigos?

Aunque no conozcáis el término, estamos seguros que habéis visto en qué consiste.
¿Os acordáis del castigo que el director Skinner le impone a Bart Simpson? ¿Una pizarra, tiza y Bart repitiendo la misma frase una y otra vez?
Eso tiene su contrapartida en el mundo del graffiti. Las “punition” son la práctica de cubrir una superficie con la misma firma como si fuese un castigo visual. Fue popularizado en la primera mitad de los 90’ en París gracias a Azyle. Escritor que como descubriremos más adelante tuvo que pagar un alto precio por su compromiso con esta modalidad de graffiti.

En su versión artística, uno de los personajes más reconocidos por sus “punition” que cubren murales y lienzos, es el neoyorkino, afincado en París, Jonone, pero no es el único que lo ha sacado de los túneles o raíles. También L’Atlas lo ha puesto sobre tela, por poner otro ejemplo.

Origen de los “Castigos»

Su origen a nivel popular se practicaba en los colegios como una manera de enseñar y disciplinar a los alumnos y se remonta a los siglos XVII y XVIII. Evidentemente, hoy por hoy, está en desuso porque se ha demostrado su inutilidad.
El origen de las Punition en el graffiti se hizo popular, como hemos adelantado, en París en los 90. Cuando Azyle- en ese momento Ali.06- entra por primera vez en la cochera de la estación de Varenne. El resto es historia y la podéis encontrar en los enlaces del texto.

Solo apuntaremos unas cuántas cosas sobre Azyle.

Si acordamos que el fundamento del graffiti es la firma, probablemente él sea uno de los escritores más puristas de la escena, hasta el punto de pertenecer a un % muy pequeño de escritores que se dedicaba a firmar vagones insaciablemente y en solitario. ¿Qué queremos decir con esto? Que la mayoría de escritores que bajan al metro pintan piezas.
No llenan los vagones con tags.

La historia de este escritor no es del todo atípica dentro del mundo del graffiti: problemas con la autoridad, las normas sociales y la disciplina, todo eso según su familia. Sin embargo Azyle demostró un compromiso y una disciplina con el graffiti que desmiente ese análisis cómo podemos apreciar en este extracto del artículo sobre su figura en la CLIQUE TV   por Karim Boukercha.
Boukercha es también el autor del maravilloso libro Descente Interdite.

«Para la vuelta a las clases de1990, y mientras sus padres, agotados por sus fracasos escolares, lo inscriben en el liceo de París (LAP), Azyle decide dar un golpe de efecto. Poco le importan los estudios y el contrato moral hecho con la familia, – pensaba que en una estructura menos estricta su hijo, que tiene tantos problemas con la autoridad, tomaría las riendas de su vida. No se equivocaron del todo, porque Azyle solo encuentra amor por la disciplina en el tag. Se refugia en el metro y organiza sus días de manera militar.

7h: se levanta para hacer creer que va a la escuela.
8h: llega a clases.
8h30: expedición para buscar nuevas cocheras, vigilar y robar su material.
De 11h a 14h: sesión de tags.
De 14h a 18h: de nuevo, búsqueda de cocheras, vigilancia y robos.
18h30: regreso obligatorio a casa.
19h30: cena en familia.
22h: preparación del material para el día siguiente, mezcla de tinta, llenado, etc.
De 1h a 6h: escapa de casa dos o tres veces al mes para ir a una cochera a pie o en bicicleta.”

Esa compulsión le lleva a conseguir el “Gran Slam”-“grand chelem” en francés- en las líneas de metro, para después concentrarse en su línea, la 7. Los 80 convoys de la línea llevan su nombre, tanto en interiores como en el exterior del vagón, en muy poco tiempo. En seis meses estaba en boca de todos.
Su carrera acabó con la brigada anti graffiti del RATP. Tras un juicio mediático sin precedentes en este tema, donde al final le cayeron la friolera de 8 meses de cárcel y 136 mil euros, en concepto de daños, en 2016.

Pero hay “Castigo” más allá de Azyle.

Hay otros escritores reconocidos, Soack156 , Shoe, O’clock, Buni son algunos de ellos.
Sin embargo, y por lo poco que podemos ver de estar práctica, parece estar en desuso y cerca de desaparecer. No tenemos claro por qué no es más popular. Quizás el esfuerzo y la recompensa no están en equilibrio. Quizás el «castigo» y la acción están tan descompensadas que no vale la pena. O simplemente es más vistoso hacerse una pieza.

Lo que para nosotros está claro, es que un escritor de graffiti dedicado a lo que hace, no tiene problemas de disciplina ni de compromiso. Lo del desafío a la autoridad, es otro cantar, y no lo llevamos bien, quizás porque la única autoridad que nos gusta reconocer es la nuestra.

Si el tema te interesa, puedes investigar en los enlaces o el libro Descente Interdite.

Fotos de Azyle: Descente Interdite

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