Nosotros creemos que se nota cuando un artista ha pisado la calle para expresarse sin permiso, por la simple y maravillosa necesidad de comunicar, conectarse y realizarse. Ese parece ser el caso de Blanca Fernandez.
Según leemos en su página web, dibuja desde siempre, se inspira en la cultura Pulp a través de su padre y en la segunda década de los 2000 salía a hacer paste up por las calles de Madrid.
Después del reel que compartió con nosotros usando entre otras cosas nuestros MTN WB nos ha picado la curiosidad y hemos decidido conocerla un poco mejor.
¿Nos acompañáis?


«Comencé a salir por las noches a empapelar mis dibujos por las calles, me hacía sentir viva. Podía comunicarme con el mundo y no necesitaba a ningún intermediario o galería para hacerlo. Sentía la más absoluta libertad de creación.»

¿Puedes contarnos algo de tus inicios en el paste up?
Aunque pinto desde que era niña, cuando estudiaba en la universidad pasé por una época en la que había perdido la motivación para pintar como lo hacía antes. Fue entonces cuando descubrí el documental “Exit through the gift shop” y me obsesionó, el arte urbano reavivó en mi esa chispa que se había estado apagando.
Comencé a salir por las noches a empapelar mis dibujos por las calles, me hacía sentir viva. Podía comunicarme con el mundo y no necesitaba a ningún intermediario o galería para hacerlo. Sentía la más absoluta libertad de creación.
Al principio hacía dibujos pequeños y luego comencé a trabajar en grandes formatos sobre rollos de papel que me pasaba horas pintando para luego empapelar en las paredes de la ciudad. A veces resistían meses o incluso años, otras veces apenas duraban dos días hasta que alguien los quitaba. Dedicaba horas a pintar para ningún fin en concreto más que mostrarlo ahí fuera. Era para mi un símbolo del verdadero amor que sentía por crear.

A veces me acompañaba un amigo de la época, se convirtió en un ritual semanal: quedábamos para cocinar el engrudo casero y cuando era suficientemente tarde como para que las calles estuviesen tranquilas, salíamos a empapelar. Utilizábamos una escoba a a modo de rodillo, y mezclábamos harina, agua y sosa cáustica para el engrudo. Lo hacíamos con lo que teníamos por casa porque gastábamos todo nuestro dinero en comprar papel y materiales de pintura.
Otras veces iba con un amigo grafitero. Lleva muchos años pintando y es un maestro del spray, aprendí mucho sobre este mundo y me enseñó a utilizar los botes. Íbamos por la noche juntos a hacer medianas, el hacía sus letras y yo hacía paste up de pinturas en gran formato. A veces también viajábamos para hacerlo en otras ciudades de Europa. Me divertí mucho y aprendí muchas cosas que me han acompañado desde entonces.

¿Por qué te decantaste por ese camino y qué recuerdos guardas de esa época?
Era la primera vez que sentía que podía conectar con desconocidos mediante mi trabajo y eso me encantaba. A veces me iba a donde había hecho un «paste up» y me quedaba un rato mirando a la gente pasar para ver qué reacción producía en ellos. Me hacía muy feliz, y ahora creo que sentó las bases de mi pasión por crear y comunicarme con personas mediante mi obra.
Recuerdo perfectamente una noche en que iba con un amigo andando por el centro y vimos a un grupo de gente con rodillos, cubos y papeles. Nos acercamos a hablar con ellos y cuando intercambiamos nuestros AKA comprobé que eran algunos de los artistas que en el momento admiraba.
Eran muy buena gente y me recibieron con los brazos abiertos, a partir de entonces empecé a salir algunas veces con ellos y a conocer a otras personas de ese mundo que hasta entonces había sido para mi algo solitario. Lo recuerdo como una muy buena época.

«Hasta ahora eran las técnicas digitales las que trataban de imitar lo máximo posible el efecto de la mano humana, y ahora por primera vez el mundo analógico trata de imitar el digital.»

Tu estilo parece beber de diversas fuentes y estar enmarcado (con sus diferencias) en una corriente actual. ¿Podrías hablarnos un poco de esto? ¿Crees que eres una artista de tu tiempo?
Aunque una gran parte de mi inspiración proviene de artistas clásicos y de épocas pasadas, considero que mi estilo pertenece claramente al tiempo actual.
Cuando era niña aprendí a dibujar copiando los cómics antiguos que guardaba mi padre en mi habitación. Aún no había formado mi estilo, pero en mis comienzos en el paste up mis creaciones estaban muy influenciadas por esa forma en que había aprendido a pintar, y por el street art que se veía en los años 90- 2000.
Con 20 años aprendí a dibujar con herramientas digitales. Ese nuevo formato me cambió la vida porque me permitía dibujar infinito sin tener que acumular papeles, lienzos o materiales. Aprendí mucho y muy rápido, y comencé a desarrollar mi estilo actual gracias al dibujo digital.
Creo que es un reflejo de la época que vivimos. Hasta ahora eran las técnicas digitales las que trataban de imitar lo máximo posible el efecto de la mano humana, y ahora por primera vez el mundo analógico trata de imitar el digital.
Aunque con diferencias, como bien dices, veo muchxs compañerxs de profesión configurando sus lenguajes pictóricos con una gran influencia del mundo digital. Creo que es una forma de comunicar muy refrescante y muy propia de nuestro tiempo.

«He trabajado mucho para poder dedicarme a día de hoy a algo que me apasiona de manera honesta. Si algún día deja de ser así, no tendré ningún reparo en cambiar mi camino.»

¿Encuentras difícil equilibrar tu trabajo personal con los encargos que haces?
Me gusta combinar ambos mundos por varios motivos: el primero es que creo que necesito ambos para seguir desarrollando y potenciando mi pensamiento creativo. Son dos formas de crear muy diferentes, una se basa en una creatividad con barreras y limitaciones y la otra en una creatividad totalmente libre sin indicaciones, lo que para mi mente son dos tipos de retos muy distintos. En mi trabajo como ilustradora tengo que tratar de comunicarme desde dentro teniendo en cuenta que es para un fin ajeno, y son esas barreras y limitaciones las que hacen que sea un reto. En mi obra más personal, en cambio, tengo que comunicarme desde dentro sin ningún tipo de limitación, y es esa libertad absoluta, sin ninguna guía, la que se convierte en un reto creativo. Mi trabajo personal conlleva un proceso más profundo y emocional, lo disfruto muchísimo.

Por otro lado mucha gente tiene esa idea preconcebida, supongo que por desconocimiento, de que si quieres ser una artista “de verdad» y que te tomen en serio, no puedes trabajar como ilustradora. Me lo han dicho alguna vez, pero lo cierto es que nunca me han gustado las imposiciones, ni sentir que debo ser de una manera para encajar en lo que se espera de mi. Así que poder hacer ambas cosas solo porque es lo que quiero hacer, sin limitarme por la opinión ajena, me da mucha paz.
He trabajado mucho para poder dedicarme a día de hoy a algo que me apasiona de manera honesta. Si algún día deja de ser así, no tendré ningún reparo en cambiar mi camino.

¿Cómo es tu proceso de trabajo?
A la hora de crear mis obras más personales la primera fase de ideación es la más primitiva y la más importante. Al contrario que cuando trabajo como ilustradora, donde generalmente hay una primera fase muy intensa de investigación y definición de ideas, cuando creo mi obra personal esta primera fase proviene puramente de la intuición.
Me suelo sentar delante de un folio en blanco y con el lápiz hago bocetos muy vagos, que solo yo entiendo, sobre lo que siento que me apetece representar a modo de figuras geométricas. A veces también escribo alguna frase que me viene a la cabeza. Le doy un poco de forma y cuando he dado con la clave de lo que quiero transmitir puedo sentirlo claramente. Suele ser un proceso bastante más rápido e impulsivo que cuando defino una ilustración para un cliente.
Después suelo trabajar el boceto en digital para poder hacerme una idea de la paleta de color que quiero utilizar. Planificarlo de antemano me ahorra mucho tiempo y material. Una vez tengo el boceto más o menos definido, paso a trabajar los colores en acrílico y spray para ver cómo funcionan entre ellos en la vida real.
Con la paleta de color lista, hago el dibujo base con grafito sobre el lienzo, doy una capa de acrílico muy aguado para proteger el grafito y que no manche el resto de la pintura, y comienzo a aplicar el color.
Lo último que hago siempre es trabajar la linea. Por norma general me gustan los acabados muy mate así que no suelo utilizar barnices al finalizar.

Hace poco usaste en el reel que compartiste los water based 400ml, ¿puedes contarnos qué te parecieron?
Me encantan, siempre he usado MTN para cualquier trabajo de spray que he realizado. Hace un año descubrí los water based y desde entonces prácticamente siempre utilizo esta línea. Además de por sus acabados, las tonalidades que existen y su resistencia sobre el lienzo, para mí son clave porque yo trabajo en estudio cerrado. Aunque igualmente utilizo mascarilla por precaución, son mucho más seguros para utilizar en interiores y me resulta muy fácil poder limpiar la zona después de cada proceso.

Nosotros creemos que se nota cuando un artista ha pisado la calle para expresarse sin permiso, por la simple y maravillosa necesidad de comunicar, conectarse y realizarse. Ese parece ser el caso de Blanca Fernandez.
Según leemos en su página web, dibuja desde siempre, se inspira en la cultura Pulp a través de su padre y en la segunda década de los 2000 salía a hacer paste up por las calles de Madrid.
Después del reel que compartió con nosotros usando entre otras cosas nuestros MTN WB nos ha picado la curiosidad y hemos decidido conocerla un poco mejor.
¿Nos acompañáis?


«Comencé a salir por las noches a empapelar mis dibujos por las calles, me hacía sentir viva. Podía comunicarme con el mundo y no necesitaba a ningún intermediario o galería para hacerlo. Sentía la más absoluta libertad de creación.»

¿Puedes contarnos algo de tus inicios en el paste up?
Aunque pinto desde que era niña, cuando estudiaba en la universidad pasé por una época en la que había perdido la motivación para pintar como lo hacía antes. Fue entonces cuando descubrí el documental “Exit through the gift shop” y me obsesionó, el arte urbano reavivó en mi esa chispa que se había estado apagando.
Comencé a salir por las noches a empapelar mis dibujos por las calles, me hacía sentir viva. Podía comunicarme con el mundo y no necesitaba a ningún intermediario o galería para hacerlo. Sentía la más absoluta libertad de creación.
Al principio hacía dibujos pequeños y luego comencé a trabajar en grandes formatos sobre rollos de papel que me pasaba horas pintando para luego empapelar en las paredes de la ciudad. A veces resistían meses o incluso años, otras veces apenas duraban dos días hasta que alguien los quitaba. Dedicaba horas a pintar para ningún fin en concreto más que mostrarlo ahí fuera. Era para mi un símbolo del verdadero amor que sentía por crear.

A veces me acompañaba un amigo de la época, se convirtió en un ritual semanal: quedábamos para cocinar el engrudo casero y cuando era suficientemente tarde como para que las calles estuviesen tranquilas, salíamos a empapelar. Utilizábamos una escoba a a modo de rodillo, y mezclábamos harina, agua y sosa cáustica para el engrudo. Lo hacíamos con lo que teníamos por casa porque gastábamos todo nuestro dinero en comprar papel y materiales de pintura.
Otras veces iba con un amigo grafitero. Lleva muchos años pintando y es un maestro del spray, aprendí mucho sobre este mundo y me enseñó a utilizar los botes. Íbamos por la noche juntos a hacer medianas, el hacía sus letras y yo hacía paste up de pinturas en gran formato. A veces también viajábamos para hacerlo en otras ciudades de Europa. Me divertí mucho y aprendí muchas cosas que me han acompañado desde entonces.

¿Por qué te decantaste por ese camino y qué recuerdos guardas de esa época?
Era la primera vez que sentía que podía conectar con desconocidos mediante mi trabajo y eso me encantaba. A veces me iba a donde había hecho un «paste up» y me quedaba un rato mirando a la gente pasar para ver qué reacción producía en ellos. Me hacía muy feliz, y ahora creo que sentó las bases de mi pasión por crear y comunicarme con personas mediante mi obra.
Recuerdo perfectamente una noche en que iba con un amigo andando por el centro y vimos a un grupo de gente con rodillos, cubos y papeles. Nos acercamos a hablar con ellos y cuando intercambiamos nuestros AKA comprobé que eran algunos de los artistas que en el momento admiraba.
Eran muy buena gente y me recibieron con los brazos abiertos, a partir de entonces empecé a salir algunas veces con ellos y a conocer a otras personas de ese mundo que hasta entonces había sido para mi algo solitario. Lo recuerdo como una muy buena época.

«Hasta ahora eran las técnicas digitales las que trataban de imitar lo máximo posible el efecto de la mano humana, y ahora por primera vez el mundo analógico trata de imitar el digital.»

Tu estilo parece beber de diversas fuentes y estar enmarcado (con sus diferencias) en una corriente actual. ¿Podrías hablarnos un poco de esto? ¿Crees que eres una artista de tu tiempo?
Aunque una gran parte de mi inspiración proviene de artistas clásicos y de épocas pasadas, considero que mi estilo pertenece claramente al tiempo actual.
Cuando era niña aprendí a dibujar copiando los cómics antiguos que guardaba mi padre en mi habitación. Aún no había formado mi estilo, pero en mis comienzos en el paste up mis creaciones estaban muy influenciadas por esa forma en que había aprendido a pintar, y por el street art que se veía en los años 90- 2000.
Con 20 años aprendí a dibujar con herramientas digitales. Ese nuevo formato me cambió la vida porque me permitía dibujar infinito sin tener que acumular papeles, lienzos o materiales. Aprendí mucho y muy rápido, y comencé a desarrollar mi estilo actual gracias al dibujo digital.
Creo que es un reflejo de la época que vivimos. Hasta ahora eran las técnicas digitales las que trataban de imitar lo máximo posible el efecto de la mano humana, y ahora por primera vez el mundo analógico trata de imitar el digital.
Aunque con diferencias, como bien dices, veo muchxs compañerxs de profesión configurando sus lenguajes pictóricos con una gran influencia del mundo digital. Creo que es una forma de comunicar muy refrescante y muy propia de nuestro tiempo.

«He trabajado mucho para poder dedicarme a día de hoy a algo que me apasiona de manera honesta. Si algún día deja de ser así, no tendré ningún reparo en cambiar mi camino.»

¿Encuentras difícil equilibrar tu trabajo personal con los encargos que haces?
Me gusta combinar ambos mundos por varios motivos: el primero es que creo que necesito ambos para seguir desarrollando y potenciando mi pensamiento creativo. Son dos formas de crear muy diferentes, una se basa en una creatividad con barreras y limitaciones y la otra en una creatividad totalmente libre sin indicaciones, lo que para mi mente son dos tipos de retos muy distintos. En mi trabajo como ilustradora tengo que tratar de comunicarme desde dentro teniendo en cuenta que es para un fin ajeno, y son esas barreras y limitaciones las que hacen que sea un reto. En mi obra más personal, en cambio, tengo que comunicarme desde dentro sin ningún tipo de limitación, y es esa libertad absoluta, sin ninguna guía, la que se convierte en un reto creativo. Mi trabajo personal conlleva un proceso más profundo y emocional, lo disfruto muchísimo.

Por otro lado mucha gente tiene esa idea preconcebida, supongo que por desconocimiento, de que si quieres ser una artista “de verdad» y que te tomen en serio, no puedes trabajar como ilustradora. Me lo han dicho alguna vez, pero lo cierto es que nunca me han gustado las imposiciones, ni sentir que debo ser de una manera para encajar en lo que se espera de mi. Así que poder hacer ambas cosas solo porque es lo que quiero hacer, sin limitarme por la opinión ajena, me da mucha paz.
He trabajado mucho para poder dedicarme a día de hoy a algo que me apasiona de manera honesta. Si algún día deja de ser así, no tendré ningún reparo en cambiar mi camino.

¿Cómo es tu proceso de trabajo?
A la hora de crear mis obras más personales la primera fase de ideación es la más primitiva y la más importante. Al contrario que cuando trabajo como ilustradora, donde generalmente hay una primera fase muy intensa de investigación y definición de ideas, cuando creo mi obra personal esta primera fase proviene puramente de la intuición.
Me suelo sentar delante de un folio en blanco y con el lápiz hago bocetos muy vagos, que solo yo entiendo, sobre lo que siento que me apetece representar a modo de figuras geométricas. A veces también escribo alguna frase que me viene a la cabeza. Le doy un poco de forma y cuando he dado con la clave de lo que quiero transmitir puedo sentirlo claramente. Suele ser un proceso bastante más rápido e impulsivo que cuando defino una ilustración para un cliente.
Después suelo trabajar el boceto en digital para poder hacerme una idea de la paleta de color que quiero utilizar. Planificarlo de antemano me ahorra mucho tiempo y material. Una vez tengo el boceto más o menos definido, paso a trabajar los colores en acrílico y spray para ver cómo funcionan entre ellos en la vida real.
Con la paleta de color lista, hago el dibujo base con grafito sobre el lienzo, doy una capa de acrílico muy aguado para proteger el grafito y que no manche el resto de la pintura, y comienzo a aplicar el color.
Lo último que hago siempre es trabajar la linea. Por norma general me gustan los acabados muy mate así que no suelo utilizar barnices al finalizar.

Hace poco usaste en el reel que compartiste los water based 400ml, ¿puedes contarnos qué te parecieron?
Me encantan, siempre he usado MTN para cualquier trabajo de spray que he realizado. Hace un año descubrí los water based y desde entonces prácticamente siempre utilizo esta línea. Además de por sus acabados, las tonalidades que existen y su resistencia sobre el lienzo, para mí son clave porque yo trabajo en estudio cerrado. Aunque igualmente utilizo mascarilla por precaución, son mucho más seguros para utilizar en interiores y me resulta muy fácil poder limpiar la zona después de cada proceso.

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